En francés, mobilité douce, movilidad suave, grata, dulce, suena más amable que nuestra “movilidad no motorizada”, más moderna y aséptica. Pero, en realidad, ambas se refieren a los modos más antiguos de acceder al trabajo, al estudio, a los servicios, al ocio, que tenemos los ciudadanos; lo cual es, por propia definición, “movilidad sostenible”.
La OFROU (Office Federal des Routes de la Confederación Suiza), el equivalente de nuestro Ministerio o Consejería de Fomento, hace la siguiente definición: “se entiende como mobilité douce el hecho de desplazarse a pie, sobre ruedas o sobre patines, por medio de la fuerza muscular humana”.
Las ventajas de estos modos de transporte son claras y evidentes, todas ellas avaladas por numerosos estudios y realidades. Estas ventajas se refieren a aspectos como la salud, el ahorro económico, la disminución de impactos ambientales e incluso mejoras en las condiciones psicosociales.
Obviamente, el mayor inconveniente de este tipo de movilidad es su radio de acción en términos de distancia, algo de lo que también dependen las condiciones de accesibilidad al trabajo, los estudios o los servicios, es decir, la longitud del radio de una circunferencia cuyo centro suele ser nuestro hogar.
Los expertos sitúan esa distancia en el entorno de los 2 kms para el peatón y los 5 kms para la bicicleta. Aunque, naturalmente, esta cifra es muy variable en función de la topografía del entorno y el estado de forma de cada individuo, existiendo ejemplos personales muy interesantes como el de Óscar Patsi que, en el contexto de Barcelona, eleva esta distancia recorrida a 50 kms en bici. Según dice, ello le da energía y experiencias para escribir un libro La Revolución de las Mariposas, que nació del blog http://lacomunidad.elpais.com/la-revolucion-de-las-mariposas/posts.
Por otro lado, existen también estudios en los que se comprueba que, si median mejoras en las infraestructuras metropolitanas destinadas a los medios no motorizados, estas distancias pueden incrementarse de manera sustancial.
Lo suyo, para distancias superiores a 5 kms, sería la combinación de la bici plegable (y si puede ser una Brompton mejor) junto con los sistemas de transporte público; también ayuda la disponibilidad de buenas instalaciones de aparcamiento de bicis en las estaciones y nodos de transporte público.
No resulta sorprendente, por lo tanto, que en una encuesta realizada por la BBC la bicicleta fuese elegida como mejor invento desde el año 1800, con el 59% de los votos y seguido del transistor con el 8% ¿Será por cosas así por las que nos diferenciamos de nuestros parientes los primates, además de por caminar erguidos?
Así pues, no queda más que esperar que se den cada vez más pedaladas y pasos para favorecer la mobilité douce, como son por ejemplo:
– La creación de la Mesa Nacional de la Bicicleta, constituida el pasado el 4 de enero de 2013.
– La puesta en marcha de la redacción del Plan Andaluz de la Bicicleta en diciembre de 2012.
– La adhesión de numerosas ciudades de España a la “Red de Ciudades que caminan” y la “Red de Ciudades por la Bicicleta”.
– La peatonalización de numerosos centros urbanos.
– La puesta en marcha de proyectos del tipo “caminos escolares”.
Afortunadamente, me ha tocado participar y utilizar la mobilité douce en la ciudad donde resido, Sevilla, donde de manera sintética, se han alcanzando ya los siguientes logros:
– 72.000 viajes en bicicleta en día laborable.
– El 10% de la población utiliza la bicicleta para sus desplazamientos (el 5% del reparto modal total en día laborable).
– 197 kms carril bici para un millón de habitantes.
– Gran parte de los 4 km2 del centro histórico peatonalizados.
Por todo ello, invito a todos, parafraseando a Julio César, a “Veni, vidi y bici”. En Sevilla se está comenzando a disfrutar la mobilité douce de manera activa.
Aunque, como defiende Manuel Calvo Salazar, deberíamos ir mas allá de la movilidad y el transporte para comenzar a preocuparnos principalmente de la accesibilidad.