La integración del metro de Granada ha sido una prioridad durante el diseño y la construcción de esta infraestructura. Un ejemplo de integración que pasa desapercibido, pero que mejora la imagen de la ciudad.
El metro de Granada, en sus 16 kms de recorrido, está urbanizando entre Granada y su área metropolitana un total de 718.000 m2: una superficie equivalente a 72 campos de fútbol. El metro se ha diseñado, entre otros aspectos técnicos, con la intención de potenciar la intermodalidad y garantizar la accesibilidad a través de sus 23 paradas y 3 estaciones subterráneas.
Todas las paradas tienen elementos en común y garantizan la plena accesibilidad: andenes a cota de vehículo que permiten el acceso a las personas con movilidad reducida, elementos podotáctiles, luces LEDs de bajo consumo y señalización en borde de andén. Todo ello con una correcta integración de la iluminación, de los postes de catenaria y de las marquesinas que albergarán las instalaciones y que permitirán la explotación y la accesibilidad a los usuarios del metro: máquinas de billetaje, cámaras de video-vigilancia, megafonía, información al viajero, etc.
Ejemplo de esta integración es la parada Fernando de Los Ríos. Ubicada en el término municipal de Armilla, en un vial por el que circulaban 20.000 vehículos/día, donde el transporte público, la bicicleta y el peatón han ganado protagonismo.
Además de cumplir las funcionalidades anteriores, se ha integrado un carril bici y se ha preservado una de las hileras de árboles centenarios más importantes del área metropolitana de Granada, vestigio de nuestro pasado como ciudad.
Con las máximas garantías de preservación ambiental, entre los árboles y junto a ellos, se ha integrado el propio andén con la iluminación, catenaria, marquesina y un carril bici, obteniéndose un nuevo espacio para el transporte público que garantiza la intermodalidad con autobuses, taxis, bicicletas, etc, y que mantiene los distintos usos que demanda la ciudad.
Un espacio donde la disminución de contaminación ha experimentado una gran repercusión, tanto en la calidad ambiental del aire como en la disminución de ruido. El resultado es tan integrador que parece que la parada siempre estuvo allí. Es un ejemplo de convivencia y respeto ambiental del metro con los árboles. La parada experimenta los cambios significativos de las estaciones del año, pero en otoño el colorido se hace aún más presente y protagonista en esta nueva puerta de Armilla. De hecho, algunos vecinos y personas que pasean por el lugar comienzan a llamarla afectuosamente la Parada del Otoño del metro de Granada.
Firma: Alberto Sánchez López
AGENCIA DE OBRA PÚBLICA DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA